Para lograr la sanción del presupuesto 2009, el derechista Macri se valió de "progresistas": Carrió, Ibarra y Telerman.
Según Ibarra, el acuerdo que lograron fue "una victoria de los vecinos", ya que Macri tuvo que resignar nuevos impuestos a los sellos o al consumo con tarjetas de crédito. La compensación por los ingresos cedidos la logrará un nuevo impuesto al Casino Flotante, a los tragamonedas y a los bingos. El impuesto al juego terminó siendo la "prenda de unidad" para que, juntos, los diputados de Ibarra y de Carrió votaran el presupuesto de Macri.
Los 'progresistas han convalidado así los casinos y tragamonedas, que hasta hoy están prohibidos por la legislación de la Ciudad. En definitiva, los diputados no votaron algo demasiado diferente al acuerdo previo entre Kirchner y Macri, que duplicaba la tajada de la Ciudad en los ingresos fiscales del juego, a cambio de homologar la extensión de los negocios de Cristóbal López. Al igual que ese convenio, que Macri luego rompió por presión de la Iglesia, la "nueva" ley de Ibarra-Carrió-Macri es un espaldarazo a las ruletas y bingos, o sea al saqueo económico de la población, al lavado, al narcotráfico y a la prostitución.
No tenemos noticias de que Bergoglio o Cassaretto se persignaran por este nuevo "pacto del juego". A la Iglesia no le preocupa la degradación social que conlleva el juego, sólo quiere poner un freno a los casinos de la camarilla kirchnerista.
Ajuste en la Ciudad
Aunque el pacto macro-ibarrista pretende legitimar el juego, el impuesto es inaplicable, puesto que la Ciudad no tiene facultades legales para gravarlo. El seudo "impuesto" fue sólo "una salida política para destrabar el Presupuesto" (Cronista, 23/12); o sea, un acto para la tribuna. En cambio, lo que sí hicieron los diputados macristas y "progresistas" fue afinar el lápiz en materia de gastos; es decir, imponer un ajuste. Por caso, para los ingresos fiscales se ha presupuestado una inflación del 14%, pero para los salarios un aumento de sólo el 11%. Los restantes gastos sociales crecerán aún menos: el 7,5%. En esta "reformulación", la inversión en vivienda popular cayó de 200 a 70 millones de pesos. En suma: lo que Aníbal Ibarra quiso vender como "victoria", será una apretada de cinturón contra los maestros, médicos, estatales y los sin techo.
El kircherismo en el tobogán
La votación del presupuesto porteño es una "maqueta" de la crisis política nacional. Los Macri y Carrió, que auspician un acuerdo con el FMI, se encargaron de urdir su propio "plan de ajuste" en la Ciudad, junto con los Ibarra, Telerman y Lozano. Es decir que los "transversales" dejan el kirchnerismo para arrimarse al bloque sojeto que reclama el ajuste y la devaluación. En un reciente reportaje, Ibarra explica, precisamente, que el disparador de su ruptura con el kirchnerismo fue "la rigidez (sic) del gobierno durante el conflicto con el campo".
Finalmente, quedó expuesta la debacle del kirchnerismo: sus diputados se abstuvieron de votar el presupuesto sin criticar uno solo de sus aspectos reaccionarios.
Los luchadores tienen que sacar todas las conclusiones de las rupturas y pactos que parieron este presupuesto 2009: el pasaje del centroizquierda al campo del FMI.
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